jueves, 15 de diciembre de 2011

Arañando segundos.....


Buenaaaaas!!!... hace tiempo que no aparezco por aquí ya que la fuerza no me acompaña, pero no quiero dejar pasar un momento del día de hoy, porque de hacerlo, se perderá en las telarañas de mis recuerdos.
Os pondré en situación:
Marcela, Latumari y yo sentadas en la sala de espera de la ginecóloga. Es que nosotras vamos en manada a todas las cosas que consideramos importantes, especialmente si conciernen a la salud. Pues allí estábamos las tres: La Pinta (Marcela), La Niña (yo mismamente) y La Santa María (evidentemente Latumari); sentadicas y hablando en voz baja. Me quedo mirando al infinito. Ya sabeis que a veces una mira hacia el infinito y el infinito te devuelve a un punto finito, pero como que muy cercano. Tan cercano, que el punto finito estaba a metro y medio nuestro.
Detecto un puntito negro diminutísimo dentro del punto finito ( me se entiende, verdad?). Parpadeo. El puntito negro sigue allí e incluso percibo que se desplaza ligeramente hacia abajo. Parpadeo tres veces más. El puntito negro, sigue allí, obstinado, terco y como que un poco cabezón. Mi codo busca las costillas de Latumari y le pregunto si puede ver lo que yo veo. Marcela se nos une. Las tres mirando a un infinito de lo más cercano. Ahora que lo pienso, debimos de dar una imagen poco elegante, algo totalmente impensable en nosotras, ya que mirando ese infinito tan cercano, hasta debíamos bizquear.
Las tres susurramos al unísono: es una arañaaaaaaaaaaaa!!!!!
Yo: Que ascoooooo...grrrrr!!!
Latumari: Pues tenemos que pasar justo por allí.
Marcela: Quitadla una de vosotras!!
Yo: Y una mierda!!!... que ascooooo...
Latumari: Con un poco de suerte, alguien se la lleva por delante.
Marcela: Pues yo creí que la quitaría una de vosotras!!
Yo: Mirad, miraaaaaad!! (susurro estremecedor)... la muy jodida está subiendo centímetro a centímetro....
En ese momento, pasa una señora movida por la codicia de una silla vacía. Las tres contenemos la respiración... pero nada. La señora desplaza el hilo tras de si y con la misma gracilidad, el hilo vuelve a su suspensión vertical. La araña que no sabe lo que le ha pasado, decide bajar unos diez centímetros a una velocidad pasmosa, para compensar su inesperado subidón, subidón.
Latumari: Pues nada... y tenemos que pasar por allí...
Marcela: Os fijasteis??... increíble la resistencia de un simple hilo de telaraña...
Yo: Pues yo no lo toco ni con el palo de una escoba... pienso pasar pegada a la mampara de separación... la gente va a flipar cuando nos vea contorsionándonos a las tres sin sentido aparente...
Risas de las tres y un minuto de silencio. Sale una chica embarazadísima con su propia manada. Contenemos la respiración. La chica echa la mano hacia atrás para acomodarse el bolso y ¡zas!... desaparece el hilo, el punto negro y la amenaza de pasar a su vera.
Risas y alivio inmediato.
Yo: La veis por el suelo o se la ha llevado puesta??
Latumari: Se la ha llevado puesta...
Yo: Que ascoooooo... seguro que la pobre en algún momento agacha la cabeza y se sorprende al ver un hilo y una arañeja descendiendo de ella misma... pufff!!!...(mis manos se agitan con asco y esfuerzos por quitarme la imagen de la mente).
Ataque de risa generalizado y se acaba la peli, porque nos llaman. Bueno, llaman a Latumari, pero nosotras, siempre vamos en manada, que pa' eso somos la Santísima Trinidad y por ello mismo, indivisibles e inseparables......

lunes, 3 de enero de 2011

Los Reyes Magos...


Todavía recuerdo la emoción que se apoderaba de mi cuando iban a llegar. Todas mis esperanzas e ilusiones estaban en ellos. La magia que los envolvía era aplastante. Mi cerebro iba a mil por hora, sin llegar a comprender como iban a poder entrar en mi casa estando todo cerrado. Luego tuve información de primera mano dada por mi experimentado hermano: los reyes magos, eran magos y por lo tanto, tenían el poder de hacerse minúsculos y colarse por la cerradura de la terraza con camellos y todo. Entonces yo lo vi clarísimo, incluso me fastidio mi ignorancia. Recuerdo la ansiedad, todo era especial. Ese día, mi hermano y yo dormíamos juntos, intentábamos dormirnos con rapidez, pues era archi conocido lo mal que les sentaba a los reyes magos que los niños estuvieran despiertos cuando ellos llegaban. Se dio algún que otro caso en el que se enfadaron tanto, que no dejaron ni un regalo a los niños que no obedecieron, me lo contaron de muy buena tinta, si, si, si.Bueno!!!... y no os imagináis la ilusión que me hacia a mi el ver que los reyes se tomaban unos minutos para comer y beber en mi casa. Aquello ya era el acabóse de la felicidad. Puedo verme claramente con mi hermano en la cama, tapados hasta las narices, intentando ver algo, lo que fuera, pero nada. A pesar de que la puerta de la habitación estaba abierta, la puerta del pasillo estaba cerrada y aunque tenía un cristal en el medio, su propio color y su dibujo, lo hacían mate e impenetrable. Pero una vez si que pudimos ver algo!!!!... pudimos ver las tres sombras de los reyes trajinando por el salón a través del dichoso cristal. Ni siquiera respirábamos, solo podíamos darnos codazos y mirarnos con los ojos llenos de emoción y de espanto por si nos descubrían. Finalmente el sueño se volvía insoportable y nos iba ganando la partida, supongo que por eso mismo, creí escuchar la voz Juan, nuestro portero. En seguida lo achaqué al propio sueño, eso era imposible, los reyes no permitirían que nadie mas entrara en mi salón estando ellos.Juguetes, juguetes, jugueteeeeees!!!!... me moría de la emoción cada vez que abría alguno de aquellos frenéticos deseos hechos realidad.Siempre fui un poco "jipilondia" para los juguetes. Las muñecas me resultaban soporíferas, limitadas y tan monísimas que tenia que tratarlas como princesas para no escuchar las reprimendas de mi madre. Por lo tanto, mis gustos eran muy, pero que muy concretos y lo menos que podía esperar, era que fueran respetados. Lo daba por sentado, estaba tratando mano a mano con los REYES MAGOS, ellos todo lo podían y todo lo sabían. Por eso mismo me dejaron estupefacta. Yo pedí uno de aquellos maletines metálicos que dentro llevaban hasta un termo, servia para las meriendas del recreo o para mis innumerables tesoritos. Por fuera era amarillo e imitaba un autobús de colegio con toda la pandilla del Pato Donald. Cuando desenvolví el regalo me quede de piedra. Aquello no tenía nada que ver con lo que pedí. Fui previsora, lo escribí en mi carta y además lo dibujé, era imposible una confusión como aquella. Lo que me habían dejado allí era un horroroso maletín de idéntica forma, pero éste era de plástico, azul marino y beige con el escalofriante nombre de Nancy en una esquina. Lloré y lloré y seguí llorando. No podía comprender que los reyes me hubieran despachado de aquella forma. Los seres más mágicos del planeta me habían desencantado de una forma irreparable. De nada sirvieron las explicaciones de mis padres, intentando hacerme entender las peripecias de los reyes para conseguirme el regalo, de nada sirvió que me dijeran que éramos demasiados niños y no había alcanzado para todos, no sirvió nada de nada. Aquello marcó un antes y un después, nunca volvió a ser lo mismo. Mi confianza había quedado seriamente dañada. Cada vez que veía aquel repelente y cursi maletín, mi pie salía disparado hacia él deseando romperlo en mil pedazos al estrellarse contra la pared.Aún así, seguí mirándolos con admiración, de una forma u otra siempre pudieron hacerme feliz y fui poseedora de juguetes magníficos e inolvidables que a día de hoy, siguen poblando mis recuerdos.

Feliz Navidad....