sábado, 31 de marzo de 2012

No me pagan lo suficiente....


Que no, que no lo hacen. Que no me pagan lo suficiente. Que hay ciertas cosas intolerables, que marcan, hieren, lastiman y te dejan el alma atribulada.
Llevo 25 añitos trabajando en comercio. He oído de todo y me quedan muchas más cosas inquietantes por oír. Lo asumo. Mis oídos sufren un poco menos que mi ojos.
Hay cosas tan indescriptibles, que podría intentar describirlas durante horas y no sería capaz de reproducir ni por asomo lo que deseo transmitir. Por eso, me siento agradecida de la existencia de estos móviles nuestros con cámara incluida. Porque queridas mías: A VECES LAS PALABRAS NO SON SUFICIENTESSSSSSSS!!!!!
A las pruebas me remito!!!!
Veis la foto que acompaña mi escrito?????... pues "eso", es un cliente. La cabeza que se ve, no es la de él, sino la de su novia. Si, si, si... tenía novia.
Me quedé tan impresionada al girarme y ver ese plano, que no pude evitar sacarle la foto. Esto debía compartirlo para poder hacerme entender. Se me cayeron quince pestañas con el primer impacto. Otras veinte cuando pude distinguir muy a mi pesar, que los calzoncillos del susodicho, soportaban tal tensión en sus fibras, que no les quedó más remedio que reventar sutilmente, generando una pequeña carrera. Carrera que terminaría siendo todo un rallie, porque aquello, no hay lycra que lo aguante. Para entonces, las pestañas se me caían a puñaos y con desespero. En realidad, le hice un álbum de fotos, pero de entre todas, elegí ésta por ser la menos dañina.
A pesar del dolor ocular y de la estrenada calvicie de mis pestañas, tuve el valor y la profesionalidad de asesorar a la criatura, pero mi noche fue larga, de sueños amenazadores y asfixiantes. De sobresaltos y terrores nocturnos.
Soy un daño colateral y definitivamente: NO ME PAGAN LO SUFICIENTE!!!!!!!!!!

jueves, 15 de diciembre de 2011

Arañando segundos.....


Buenaaaaas!!!... hace tiempo que no aparezco por aquí ya que la fuerza no me acompaña, pero no quiero dejar pasar un momento del día de hoy, porque de hacerlo, se perderá en las telarañas de mis recuerdos.
Os pondré en situación:
Marcela, Latumari y yo sentadas en la sala de espera de la ginecóloga. Es que nosotras vamos en manada a todas las cosas que consideramos importantes, especialmente si conciernen a la salud. Pues allí estábamos las tres: La Pinta (Marcela), La Niña (yo mismamente) y La Santa María (evidentemente Latumari); sentadicas y hablando en voz baja. Me quedo mirando al infinito. Ya sabeis que a veces una mira hacia el infinito y el infinito te devuelve a un punto finito, pero como que muy cercano. Tan cercano, que el punto finito estaba a metro y medio nuestro.
Detecto un puntito negro diminutísimo dentro del punto finito ( me se entiende, verdad?). Parpadeo. El puntito negro sigue allí e incluso percibo que se desplaza ligeramente hacia abajo. Parpadeo tres veces más. El puntito negro, sigue allí, obstinado, terco y como que un poco cabezón. Mi codo busca las costillas de Latumari y le pregunto si puede ver lo que yo veo. Marcela se nos une. Las tres mirando a un infinito de lo más cercano. Ahora que lo pienso, debimos de dar una imagen poco elegante, algo totalmente impensable en nosotras, ya que mirando ese infinito tan cercano, hasta debíamos bizquear.
Las tres susurramos al unísono: es una arañaaaaaaaaaaaa!!!!!
Yo: Que ascoooooo...grrrrr!!!
Latumari: Pues tenemos que pasar justo por allí.
Marcela: Quitadla una de vosotras!!
Yo: Y una mierda!!!... que ascooooo...
Latumari: Con un poco de suerte, alguien se la lleva por delante.
Marcela: Pues yo creí que la quitaría una de vosotras!!
Yo: Mirad, miraaaaaad!! (susurro estremecedor)... la muy jodida está subiendo centímetro a centímetro....
En ese momento, pasa una señora movida por la codicia de una silla vacía. Las tres contenemos la respiración... pero nada. La señora desplaza el hilo tras de si y con la misma gracilidad, el hilo vuelve a su suspensión vertical. La araña que no sabe lo que le ha pasado, decide bajar unos diez centímetros a una velocidad pasmosa, para compensar su inesperado subidón, subidón.
Latumari: Pues nada... y tenemos que pasar por allí...
Marcela: Os fijasteis??... increíble la resistencia de un simple hilo de telaraña...
Yo: Pues yo no lo toco ni con el palo de una escoba... pienso pasar pegada a la mampara de separación... la gente va a flipar cuando nos vea contorsionándonos a las tres sin sentido aparente...
Risas de las tres y un minuto de silencio. Sale una chica embarazadísima con su propia manada. Contenemos la respiración. La chica echa la mano hacia atrás para acomodarse el bolso y ¡zas!... desaparece el hilo, el punto negro y la amenaza de pasar a su vera.
Risas y alivio inmediato.
Yo: La veis por el suelo o se la ha llevado puesta??
Latumari: Se la ha llevado puesta...
Yo: Que ascoooooo... seguro que la pobre en algún momento agacha la cabeza y se sorprende al ver un hilo y una arañeja descendiendo de ella misma... pufff!!!...(mis manos se agitan con asco y esfuerzos por quitarme la imagen de la mente).
Ataque de risa generalizado y se acaba la peli, porque nos llaman. Bueno, llaman a Latumari, pero nosotras, siempre vamos en manada, que pa' eso somos la Santísima Trinidad y por ello mismo, indivisibles e inseparables......

lunes, 3 de enero de 2011

Los Reyes Magos...


Todavía recuerdo la emoción que se apoderaba de mi cuando iban a llegar. Todas mis esperanzas e ilusiones estaban en ellos. La magia que los envolvía era aplastante. Mi cerebro iba a mil por hora, sin llegar a comprender como iban a poder entrar en mi casa estando todo cerrado. Luego tuve información de primera mano dada por mi experimentado hermano: los reyes magos, eran magos y por lo tanto, tenían el poder de hacerse minúsculos y colarse por la cerradura de la terraza con camellos y todo. Entonces yo lo vi clarísimo, incluso me fastidio mi ignorancia. Recuerdo la ansiedad, todo era especial. Ese día, mi hermano y yo dormíamos juntos, intentábamos dormirnos con rapidez, pues era archi conocido lo mal que les sentaba a los reyes magos que los niños estuvieran despiertos cuando ellos llegaban. Se dio algún que otro caso en el que se enfadaron tanto, que no dejaron ni un regalo a los niños que no obedecieron, me lo contaron de muy buena tinta, si, si, si.Bueno!!!... y no os imagináis la ilusión que me hacia a mi el ver que los reyes se tomaban unos minutos para comer y beber en mi casa. Aquello ya era el acabóse de la felicidad. Puedo verme claramente con mi hermano en la cama, tapados hasta las narices, intentando ver algo, lo que fuera, pero nada. A pesar de que la puerta de la habitación estaba abierta, la puerta del pasillo estaba cerrada y aunque tenía un cristal en el medio, su propio color y su dibujo, lo hacían mate e impenetrable. Pero una vez si que pudimos ver algo!!!!... pudimos ver las tres sombras de los reyes trajinando por el salón a través del dichoso cristal. Ni siquiera respirábamos, solo podíamos darnos codazos y mirarnos con los ojos llenos de emoción y de espanto por si nos descubrían. Finalmente el sueño se volvía insoportable y nos iba ganando la partida, supongo que por eso mismo, creí escuchar la voz Juan, nuestro portero. En seguida lo achaqué al propio sueño, eso era imposible, los reyes no permitirían que nadie mas entrara en mi salón estando ellos.Juguetes, juguetes, jugueteeeeees!!!!... me moría de la emoción cada vez que abría alguno de aquellos frenéticos deseos hechos realidad.Siempre fui un poco "jipilondia" para los juguetes. Las muñecas me resultaban soporíferas, limitadas y tan monísimas que tenia que tratarlas como princesas para no escuchar las reprimendas de mi madre. Por lo tanto, mis gustos eran muy, pero que muy concretos y lo menos que podía esperar, era que fueran respetados. Lo daba por sentado, estaba tratando mano a mano con los REYES MAGOS, ellos todo lo podían y todo lo sabían. Por eso mismo me dejaron estupefacta. Yo pedí uno de aquellos maletines metálicos que dentro llevaban hasta un termo, servia para las meriendas del recreo o para mis innumerables tesoritos. Por fuera era amarillo e imitaba un autobús de colegio con toda la pandilla del Pato Donald. Cuando desenvolví el regalo me quede de piedra. Aquello no tenía nada que ver con lo que pedí. Fui previsora, lo escribí en mi carta y además lo dibujé, era imposible una confusión como aquella. Lo que me habían dejado allí era un horroroso maletín de idéntica forma, pero éste era de plástico, azul marino y beige con el escalofriante nombre de Nancy en una esquina. Lloré y lloré y seguí llorando. No podía comprender que los reyes me hubieran despachado de aquella forma. Los seres más mágicos del planeta me habían desencantado de una forma irreparable. De nada sirvieron las explicaciones de mis padres, intentando hacerme entender las peripecias de los reyes para conseguirme el regalo, de nada sirvió que me dijeran que éramos demasiados niños y no había alcanzado para todos, no sirvió nada de nada. Aquello marcó un antes y un después, nunca volvió a ser lo mismo. Mi confianza había quedado seriamente dañada. Cada vez que veía aquel repelente y cursi maletín, mi pie salía disparado hacia él deseando romperlo en mil pedazos al estrellarse contra la pared.Aún así, seguí mirándolos con admiración, de una forma u otra siempre pudieron hacerme feliz y fui poseedora de juguetes magníficos e inolvidables que a día de hoy, siguen poblando mis recuerdos.

Feliz Navidad....

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Conociendo a la guapa Doña Inés


Pues conocimos a la Inés de Marcela.

Y todo fue estupendo, porque Inés es encantadora, de cabellera rubia, casi tan alta como Marcela y curvilínea.

No puede ser tranquilizador llegar a un lugar dónde no conoces a nadie, sabiendo que vas a ser analizada por los cuatro costados, costuras incluídas.

Pero ahí estaba Inés, tranquilita, con la risa a flor de piel. Aguantando como una campeona y adaptándose a todas las circunstancias. Y todo lo llenamos con risas, con intercambios culturales, con aventurillas y con comida. Montañas de comida!!

No ha sido nada difícil aceptar a Inés, en realidad, no tuvimos que aceptarla. Ella solita se coló y encontró su propio sitio, como si hubiera estado con nosotras desde el principio.

Ayer nos despedimos de ella. Y ya sentí un puntito de pena porque no me apetecía nada, nadita, nada, que se fuera. Que la buena gente me encanta, sobre todo, si es capaz de apreciar una increíble crema de orujo junto a mi.

Y que pareja más guapa hacen Inés y mi cuñá. Que a Marcela ya la conocemos y sabemos cómo respira, pero Inés no se queda corta, porque no hubo un sólo minuto en el que no le prodigara atenciones y cariño a mi cuñá.

Hay gente suavecita, confortable y que te da muy buen rollo. Así es Inés. Por algo Latumari y yo le dedicamos algunas canciones de nuestro repertorio más íntimo, para que no le sea fácil olvidarnos.

Todavía tengo grabadas todas las risas que nos echamos las cuatro, que fueron muchas y continuas.

Esperamos volver a verte Inés, ojalá y no tardemos en coincidir las cuatro, que nos han quedado pendientes muchas más risas y muchas más conversaciones.

Mientras tanto, me quedo con vuestras miradas de complicidad y entendimiento.

Besazos, chicas...


P.D: sólo vosotras entendereis ésta foto, cierto??... jajaja

domingo, 5 de diciembre de 2010

Aquellas noches locas....


Estoy recordando cuando entre Latumari y yo no había nada, excepto una química brutal que se podía mascar en el ambiente.

Las dos eramos y somos de chulería fina, con humor irónico y malicioso. Dignas, digníiiiiisimas.

Y claro, tuvimos un cortejo complicado. A mi, las plumas ya no me daban pa más, oye!!... y mira que las tengo hermosas y deslumbrantes. Por aquellos tiempos, comprendí el valor de un globo cuando se hincha y lo envidié porque si yo intentaba hincharme un poco más, reventaría como una castaña pilonga. Los gorgoritos me hacían sufrir menos, pero allí estaba yo, dándolo todo, aleteando de vez en cuando, alrededor de ella en pequeños círculos.

Muchas veces intuía que le gustaba. Cómo otras tantas lo intuía ella, pero como eramos taaaaaaan dignas... pues podía ser una certeza o no.

Y así andábamos. Llegaba yo al tugurio de moda donde parábamos y empezaba a saludar a la peña. Inmediatamente sabía si Latumari estaba, sin necesidad de verla. Y es que mis periféricos se ponían en modo de alerta, las plumillas de mi nuca se erizaban, era entonces cuando al levantar la vista, me encontraba con aquellos ojazos en la distancia. Siempre, siempre, siempre, las rodillas se me hacían gelatina durante esos segundos.

Y todo se fue cocinando a base de pequeñísimos detalles. Ella me decía alguna cosa al oído ( porque claro, el ruido era tremendo), yo sentía su aliento en la oreja y el cuello y no sé por qué, pero inevitablemente tenía que ponerle una mano en la cintura para escucharla mejor ( no sé si dije que el ruido era tremendo). Lo estupendo era que Latumari usaba y usa unos jerseys o camistas que le llegan justito para tapar el ombligo, pero si hace cualquier movimiento, siempre hay un resquicio de un centímetro de piel que queda al aire y como nooooooo!!!... allí justamente aterrizaba mi mano. Siempre había un dedito mío que irremediablemente hacía contacto con su piel. Un momento, que tengo que tragar gordo.....

Ya estoy.

Ya no sabía que hacer para que le quedara claro a la criatura que me tenía loca. Con aquellos vaqueritos tan ceñidos y aquellas camisetas, con aquellos andares y bailares, con aquellas caídas de pestaña que me daban aire lo mismo que me lo quitaban. El culo de Latumari, ya ni lo menciono porque casi es sacrilegio. Menos mal que la primerísima vez que la vi, me quedé flipada con su cara y no me enteré de que aquella cabeza iba sobre un cuerpo... el cuerpo lo vi tiempo más tarde y tuve que apoyarme contra una columna pa no desplomarme. Y digo que menos mal que fue así, porque entonces cabría la posibilidad de que sólo la adorara por su cuerpecillo.

Una noche de aquellas, Latumari estaba bailando, como siempre. Tan absorta, que no se dio cuenta de que le aplicaron la técnica del sandwich. Fue flanqueada por una chica que era paraca y flanqueada por detrás por un amigo de la paraca y que también era soldadito. Latumari cuando se vio como una loncha de jamón, se deshizo amablemente del soldadito y accedió a bailar con la paraca.... AMOSHOMBREEEEEE... LO QUE ME FALTABA!!!... me grité pa contra mi.

Me acerqué con calma hacia la paraca, le di tres toques contundentes en el hombro y cuando me miro le dije: Esta... me gusta a mi. Le hice un gesto con la cabeza que significaba pistaaaaaa... y se fue volando, oye!!

Entonces enganché a Latumari por la cintura, la pegué tanto contra mi, que no corría ni el aire. Su cara contra la mía. Yo sonriendo satisfecha y esnifando hasta el último gramo de su perfume.

Me dije: si esto no lo pilla....

Y no, no lo pilló.... del todo....

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Así me quedaba yo toda la vida...


En la gloria!!!!

Latumari y yo estuvimos de vacaciones y en cuanto pudimos, nos escapamos a un spa. Si, si, si... que eso suena muy bien y como que está de moda.

A mi en la vida me habían dado un masaje, me refiero a esos de los que te dan gustirrinín, que te dejan casi, casi babeando y buscando una compostura ligeramente decente. Hasta ahora, sólo había recibido masajes descontracturantes, con los que te quedas sin aire al ver esa cantidad infinita de estrellitas de colores. En el último que me dieron, no pude evitar cagarme en la santa madre del masajista. Menos mal que él se lo tomó con humor porque por lo visto, estaba acostumbrado a todo tipo de menciones honoríficas familiares.

Bueno, pues allí llegamos Latumari y yo, a un paisaje espectacular, Asturias 100%, más verde imposible. El hotel, un lujazo. En diez minutos, ya estábamos con nuestros albornoces y listas pa lo que viniera o viniese.

Latumari fue llevada de mi vera por un masajista y a mi me tocó La Masajista.

Cuartito con velas, calorcito y música relajante. Nos deleitaron con la Sidraterapia...ayyyy!!!... es que todavía trago gordo cada vez que lo recuerdo. Qué cosa, oye!!!... y yo me acordaba de la mi Cuñá, porque los masajinos, fueron regalo de ella. Total, que casi me quedo frita con todas aquellas caricias. Venga de p'arriba, venga de p'abajo, desde los dedos de los pies, hasta la coronilla. Y yo con el único pensamiento de: "No te babes Hasta los pelos, no te babeeees"... y también un poco de: "No sé... yo creo que a ésta chavalina le gusto un poco porque esto como que no lo veo necesario... mis tetas no están contracturadas"

Cuando terminamos la sesión, nos invitaron a una copichuela de vino de sidra que nos supo a gloria y nos fuimos alegremente a hacer el circuito de la piscina. Chorro por aquí, chorro por allá, corre, corre que te pillo, diablurillas subacuáticas... es queeeee... es imposible no hacer travesuras cuando todo el recinto es sólo pa ti y pa tu churri. En la sauna nos desquitamos más alegremente.

Y después de todo aquello, un par de infusiones sobre unas tumbonas y con un paisaje de escándalo.

Al día siguiente tocó masaje de aromaterapia y al otro uno descontracturante con rosa mosqueta y no sé que más. Ma-ra-vi-llo-sos.

Latumari y yo intercambiamos impresiones masajísitcas en la piscina el primer día y como consecuencia, el segundo día.... me robó a la masajistaaaaa!!!..."$%&!"·$%&... yo creo que le dio envidia de mi tratamiento pechonal y quería otro para ella... pero no lo recibió... juasjuasjuas... en cambio recibió un tratamiento culeril... eso me mosquea... que el culo de Latumari es una obra de ingenieria... pero claro... cada una tiene lo que tiene... si ahora que lo pienso va a resultar que nuestra masajista era un zorrón de tomo y lomo!!!!

Menos mal que el tercer día no fue ni pa ella, ni pa mi, a las dos nos tocó El masajista.

Y ya con los cuerpecillos sobeteaos, masajeaos, magreaos y relajaos, pues nos fuimos otro par de día de casa rural.

Ay!!!... suspiro, suspiro y vuelvo a suspirar. Que poquito dura lo bueno, verdad??

sábado, 6 de noviembre de 2010

Lo que se puede llegar a sentir...


Hace veintidos años que trabajo en el mismo lugar. Me niego a mencionar el nombre de mi empresa, con que diga que son unos grandes almacenes de toda la vida, rápidamente se pueden atar cabos.

Al principio me encantaba y no precisamente porque me guste estar de cara al público, pero me resultaba fascinante la cantidad de recursos que teníamos para conseguir un artículo determinado, como funcionábamos internamente y los medios con los que contábamos.

Por aquellos tiempos, nuestro trabajo consistía en colocar la mercancía que llegaba antes de abrir al público ( contra la creencia popular de que lo hacen los duendecillos verdes durante la noche). Atendíamos al público, si pagaban en efectivo o con la tarjeta nuestra, se cobraba en la caja del departamento y zanjado. Si pagaban con tarjeta bancaria, hacer una devolución o querían que se les empaquetara el artículo para regalo, los acompañabas a las famosas cajas centrales. Punto pelota.

De unos años para acá, además de ser unos vendedores muy estéticos, dignos y educados, cobramos con todo tipo de tarjetas nosotros mismos, empaquetamos para regalo, les hacemos el talón de reserva, nos colgamos del teléfono llamando a todos los centros del país para pedir lo que desean y que nosotros no tenemos en ese momento, hacemos las devoluciones, les llamamos por teléfono para decirles que se ha conseguido lo que querían, hacemos las rescisiones de mercancía que se pidió y que luego no se llevaron, hacemos los inventarios, colocamos y surtimos los departamentos, las exposiciones, atendemos las reclamaciones siendo el primer parapeto para la furia de un majadero que nos llama de todo porque no le hacemos el abono, eso si, luego viene el jefe de turno para dejarte a ti como una imbécil y quedar él como el héroe de la película, cuando lo que tú haces, es lo que se te ordena. En mi caso, llevo a más de sesenta proveedores, surto y anulo según convenga. Mandamos mercancía a otros centros, hacemos las devoluciones de los proveedores... etc, etc, etc...

Lo curioso es que la gente cree que sólo estamos allí divinamente plantados y vendiendo exclusivamente.

A todo esto, hay que sumarle que con la nueva reforma, nos han aplicado por el artículo treinta y tres, unos nuevos horarios. Con eso han logrado endosarnos jornadas partidas, cuándo y cómo ellos quieren, sin derecho a pataleo, con una hora para comer y dando palmas.

El resultado es que todo el mundo está agotado, quemado y medio deprimido. Dónde antes eramos cuarenta, ahora hay dieciocho. No se ha vuelto a contratar a una sola persona. La gente se queja porque no se le atiende o se le atiende mal... y cómo no iba a ser así??... no podemos hacer más de lo que ya hacemos y mucho menos sonreir como a primera hora de la mañana.

Ayer un jefe le lavantó la mano a un compañero mío. Intentó darle un puñetazo... todavía no doy crédito. Nuestro jefe de planta, fue testigo al igual que otra docena de personas. Cuando mi compañero le preguntó si lo había visto y si no iba a hacer nada, éste cabrón con patas que tenemos por jefe, le respondió que el otro era un superior y le debía respeto.

Mi compañero tuvo que irse para urgencias acompañado por otro. Su corazón está un poco golpeado, por lo que cuando el médico le tomó la tensión se quedó helado al ver lo elevadísima que estaba. Cuando se enteró de lo que había ocurrido, le informó que como médico, tiene la obligación de denunciarlo y que lo haría sobre la marcha.

No sé en lo que parará todo esto. Lo único que sé, es que nunca estuvimos más desamparados, esclavizados y ninguneados que ahora. No es que seamos números, es que ahora somos pedazos de carne sin derecho a nada.

Hace tiempo que me ahogo entre la rabia, la pena y la impotencia. Pero lo de ayer... ver a mi compañero, un hombre hecho y derecho de sesenta años llorando como un niño conmigo, por la indignación y la humillación... eso no me lo quita nadie de la cabeza. Asco. Asco absoluto. Y verguenza, muchísima verguenza por haber tirado veintidos años de mi vida con una empresa que hace ya muchísimo tiempo que no me representa y que dejaría con los ojos cerrados.