viernes, 30 de abril de 2010

El día después... que no fue uno, sino tres


Esto del deporte, tiene su aquello.

A mi especialmente nunca me ha dado por una actividad en concreto, quizás el squash ha sido lo que más me ha gustado: tres cuartos de hora super intensos, arreando raquetazos a destajo y pudiendo usar las cuatro paredes a mi antojo y conveniencia. Una descarga de adrenalina total.

Pero no voy a hablar de deporte, tengo que hablar de sus consecuencias... y es que una va pa' mayor, que ya no está el cuerpo pa' semejantes gestas. Que una cosa es mantener el espíritu de los dieciocho y otra muy distinta el espíritu que nos queda en el cuerpo.

Mi cuerpo ha estado en contacto directísimo conmigo estos cuatro días, me ha llamado de todo, menos bonita. Que si de que voy, que quién te crees que eres para darme semejante paliza, que a ver si maduras y te pones a mi nivel, que eso de marcha, marcha, queremos marcha no va por ese camino. Vamos, que me tiene la cabeza loca de los nervios y como represalia, no me deja moverme con la naturalidad, elegancia y el poderío que me caracteriza. Solo me permite caminar con cierta dignidad y se acabó.

Y hete aquí que ante tamaña catástrofe, yo he tenido que improvisar, porque una puede ser lo que sea, pero lo que no se puede perder nunca jamás, es el glamour.

Qué es eso de querer sentarte y tengas el culo media hora en suspensión porque las ingles te están dando trallazos hasta en la campanilla??... no, hijas nooooo... una se traga las lágrimas, se mentaliza previamente, diseña una estrategia de ataque, aguanta la respiración y se coloca en posición. Previamente habremos hecho unos cálculos mentales de posicionamiento, sabremos sin necesidad de mirar, dónde está nuestro culo y dónde el asiento: nos dejamos caer. No a lo elefante, sino como con cierta desgana, mirando hacia el infinito y más allá. Dejando que nuestro dolorido cuerpo, caiga ayudado por la fuerza de la gravedad. Contenemos las lágrimas y esos desesperantes quejiditos que pugnan por salir de nuestra garganta. Respiramos y controlamos ese pulso de maraqueras que se nos ha quedado y nos resta gracia.

Pero claro, el cuerpo se cansa de todo y ya está harto de la misma postura, pide cambio. Que tal un cruce de piernas?? esa postura puede ser sobria, a la par que elegante. Evidentemente, no podemos cruzarla sin más o corremos el riesgo de lanzar un alarido en dicho lugar público. Escaneámos el entorno, hacemos como que se nos cae una lentilla, el pendiente o lo que sea. Una vez dobladas y conteniendo la respiración, nos agarramos el bajo del pantalón disimuladamente y aprovechamos el empuje de nuestra incorporación para elevear nuestra pierna y que quede milagrosamente cruzada. Mantenenos el gesto impávido, sólo de esa forma lograremos contener la transpiración.

Para levantarnos del sitio, nos agarraremos a todo lo que podamos, mesa, silla, persona humana con conocimiento de causa, pero eso sí: sieeeeeempre con estilo, nada de desesperaciones, ni derribar mobiliario. Glamour, chicas, muuuuucho glamour.

En la intimidad podemos prescindir un poco de la imagen, pero no del todo, no vayamos a desencantar irremediablemente a la churri.

Subir al coche es sencillo. Primero metemos el culo en posición y ejecutamos una caída libre, como nadie nos ve, tiramos una por una de nuestras piernas y ya estamos dentro. Para bajar, repetimos la operación, teniendo cuidado de no poner la fuerza en la puerta del coche y se nos venga encima dejándonos como mosquito veraniego estampado. Cuidado.

He desarrollado la técnica de la mecedora. Esa es estupenda para meterse en la cama, pero duele. Aunque no hay nada en esta situación que no origine dolor. En fin, a la hora de irnos a la cama, tomaremos la precaución de abrirla, hay que economizar movimientos y dolores. La abrimos con holgura, que nada nos moleste. Posición de culo en caída libre, contamos hasta tres y nos dejamos ir, pero esta vez con impulso. Es muy importante no olvidarnos de las piernas, todo debe subir a la vez, estrellamos la espalda en el colchón, para ser un aterrizaje perfecto, la postura y el impulso, nos dejarán meciéndonos suavemente. Tu churri se partirá de risa, pero también se morirá de envidia porque está tan jodida o más que tú.

No puedo alargarme más. Con estos tres ejercicios, deberíais poder sobrevivir con dignidad y elegancia.

lunes, 26 de abril de 2010

Nuestra feroz fragilidad


Ay!!... uy!!... puf!!...oíísshh!!... tengo el cuerpo machacado. No hay un sólo músculo que no me duela al respirar. En realidad, estoy sorprendida con el número fibras que pueden llegar a doler, especialmente de cintura para abajo...ayyy!!!

Ayer fue el partido. Pedazo partido!!... jajajaja

Eso de jugar en la playa, es divertido, pero agota a una velocidad pasmosa y si tus rivales son bollonenas veinteañeras, ni te cuento.

Las criaturas llegaron sobradas, megamodernas y ultrafashions. Su mirada desprendía victoria anticipada y la promesa de pasarnos por encima como apisonadoras.

Las bolloinserso, estábamos como siempre: desgarbadas, partiéndonos de risa con nuestras habituales tonterías, algunas fumando antes de empezar, otras pidiendo sidra mientras esperábamos. Nuestra equipación... ligeramente lamentable. Todas nuestras canillas al aire daban un ligera grima, blancas como la leche. Poco glamour el nuestro.

Empezó el partido. Nuestra corrección inicial, dio paso a un espíritu panteril. Podemos ser el bolloinserso, pero no gilipollas. Las bollonenas contaban con una excelente forma física, algunas de ellas incluso con conocimientos futboleros, eran como locomotoras enloquecidas por pulverizarnos.

Marcela fue poseída por su instinto de competencia. Allí estaba ella, metiendo el piececito a la mínima de cambio, desbaratando las subidas de las bollonenas. Le pitaron mano y la arbitra no la creyó cuando le dijo que no la había tocado con la mano, que fue con el michelín.

Latumari, otro tanto de lo mismo. Un perro de presa hace el rídiculo al lado de ella. Se posicionó hacia adelante y tenía a las bollonenas negras ante tanto peligro. Si la derribaron, placaron, pisotearon, zancadillearon y empujaron mil veces, fueron pocas. Uno de los empujones que le dieron, la hizo caer de rodillas con el balón entre las piernas. La arbitra le pitó mano, sólo se escuchó gritar a Latumari: Si, hoooo... ahora resulta que tengo una mano en el chichi, noooo???

Desastrín es un poco indefinible. Ella no corría mucho que digamos, pero incordiaba un mundo!!!! Se escuchaban sus voces a lo largo y ancho de la playa. Su cara llegó a adquirir un preocupante color púrpura.

Tía Isi, optó por quedarse a vivir al lado del poste izquierdo de las bollonenas. Allí estaba ella, con los brazos en jarras observando el juego en la distancia. Su acción de okupa, dio frutos: marcó nuestro cuarto y último gol.

Debo decir que hubo una confusión. Al marcar el gol, todas corrimos hacia la portería contraria para hacer "montonín". Yo llegué desde la otra punta del campo y me lancé sobre aquel amasijo de piernas y brazos del bolloinserso. Fueron apartándose como buenamente podían y me quedé extrañada al ver que era Latumari la que estaba al fondo de aquellos ochocientos kilos de carne jubilosa.

Isi??... dónde coño está Isi??

Giramos la cabeza y vemos a Isi acercarse tranquilamente con Heidi Metal colgada del cuello.

Jo, utilizaba la misma técnica de Marcela. El pie volador: que no causa mucho daño, pero jode todas las jugadas dejándolas en nada.

Rosi, nuestra portera, brilló sorpresivamente parando amenazas de gol, un penalti y lo más importante: le dio sentido al hecho de que todos llevemos un culo pegado al final de la espalda. Su mejor parada fue con éste apéndice. Hizo su parada, se le amontonaron en la portería para intentar rematar, la derribaron y aún así, tuvo la visión suficiente para girar en el suelo y frenar el chut con el culo, enviando un mensaje: que os den por el mismo sitio con el que yo os rechazo, bollozorras veinteañeras.

Heidi Metal no tuvo desperdicio. Ella jugaba con uñas y dientes, lo malo era que la arena, la desestabilizaba. Cada vez que iba a golpear el balón, el pie que usaba como punto de apoyo, se deslizaba alevosamente hudiéndola en ligeros hoyuelos que sólo lograban hacerla caer al suelo. Tuvo una interpretación magistral sobre cómo lograr una caída fina y segura: primero se juntas las piernas, segundo, se doblan las rodillitas ligeramente, tercero, se deja una caer suavemente hacia un lado, sin tosquedad, así lograremos una caída elegante sin levantar mucho polvo.

Nuestra Galle marcó un golazo de película, imparable y estético de principio a fin.

QK se portó como una campeona. Aún teniendo el brazo izquierdo muy delicado, allí estaba ella dándolo todo y jorobándoles unos cuantos ataques a las bollonenas.

Por mi parte, sólo diré que jugué en la defensa, mi lema: o la pelota o tú, pero las dos, ni de coña. Y así fue. Tuve un encontronazo frontal con la locomotora profesional de las bollonenas y seguro que todavía está peleando por lograr que su teta izquierda recupere el sitio que le corresponde en el pecho y no en la paletilla. Y un segundo encontronazo con la bollonena eléctrica, cruzamos nuestras espinillas como si fueran sables, misión cumplida: bollonena eléctrica cortocircuitada y balón en juego para nosotras.

Me faltan más jugadoras de las que hablar, Susi, Raque, Marga, Celia, etc, etc,etc.... pero no hay tiempo, ni espacio.

Después de la gesta, corrió la sidra a raudales, tortilla de patatas, empanadas, ensaladillas rusas, bollinos preñaos, patatitas, sandwiches, pastelitos salados y dulces... un paraíso gastronómico.

A día de hoy, sólo puedo decir que soy la hermana de Robocop. Esta semana será muuuuy larga para mi y para mi machacado cuerpo.

El 30 de mayo, nos enfrentaremos a las Santeras. Podremos recuperarnos de aquí a un mes????

miércoles, 21 de abril de 2010

Un par de noticias


Obviando todo lo chungo que sale en la prensa, ayer me quedé con dos noticias.
La primera trataba de que una británica llamada Sarah Colwill, de treinta y cinco añitos que empezó a hablar con acento chino tras un ataque de migraña. Por lo visto, ella dice que cree sufrir el Síndrome del Acento Extranjero, una rara condición que causa alteraciones en la forma de hablar, que hace diez años que padece migrañas pero que nunca le había ocurrido semejante cosa.
Pues me quedé ojiplática y ligeramente mosqueada, yo las padezco desde que tengo uso de razón y lo único que me faltaba es levantarme de una migraña con acento alemán.

- Carriño, me encuentrrro ligerramente rarra, heste dolorrrr me tiene podrrrrre. Por qué me mirras así, heinn???... cómo que hablo rarro??... Marriiii... no me cabrrrrees que no tengo el chichi pa farrolillos, querrida... parra, parraaaaa... mecagoensubenestrujenbajeeeeeen!!!!

Delirante, vaya desastre, por decirlo finamente.
La segunda noticia tiene coña. Todo está en la picardía con la que se mire y la mía, es de las peores. Sería por eso que la gente en el tren me miraba con intriga e inquietud??
Solo con el título, sentí mis cejas afilarse con malicia. Cuando comencé a leer, mi colmillito derecho salió a la luz brillante y felizón de la vida. Procedo:

Un hipnotizador quita el estrés...¡a los conejos!
Con semejante título, qué cara iba a poner yo??... pues vaya hazaña, majo. Eso lo sabemos hacer todaaaaaas, o casi todas.
Seguimos:
¿Tu conejo tiene estrés? (curiosoneeees!!... a vosotros os lo iba a contar yo) Cliff Penerse es tu hombre (si, siiiii, que iba a poner yo mi conejo en manos de un extraño y para colmo, de un hombre, amos andaaaa, flipaos!!)
Con 60 años, dice ser el único capaz de quitarle el estrés a los conejos poniéndolos en trance -con sus patas en el aire- y lograr que se recuperen de las presiones.
(Y yo pensaba pa contra mi, que eso también lo sé hacer yo y no me han entrevistado en ningún lado, ni me han llamado pa' hacer una peli)
Dice que después de la sesioncilla, vuelven de su trance más felices y tranquilos.
Pues clarooooooo... con lo a gustito que se quedan los conejos después una sesión, es que son muy listucos, cómo no les va a gustar un poco o un mucho de tensión, presión, caricias, mimos y explosión jubilosa??????
Leer para creer!!!

domingo, 18 de abril de 2010

Tanga Land


Suena a lugar exótico, eh??... pues nada más lejos de la realidad.

Es que cada vez que pongo la lavadora, me quedo flipada. En casa vivimos Mari y yo. Bueno, y nuestra fantástica Nuka, una yorkshire preciosa hasta decir basta. Tres mujeres.

Bueno, mi flipe viene dado por lo que veo en el tendal. Cada vez que coloco la ropa, me quedan los dedos como arañas fumigadas de colgar tanto tanga. Tangas, tangas y más tangas. Además son de los mínimos, minimísimos, porque nuestros traseros no admiten tangas anchos, no, no, no... tienen que ser de hilo. Mi uniforme es con pantalones, por lo tanto, no puedo llevar nada más que tanga porque de lo contrario, se ven las marcas y queda horroroso de la muerte y ya se sabe: antes muerta, que sencilla.

No es coña, en el último recuento me salieron cuarenta y dos tangas. Si, cuarenta y dos. Y eso sin contar otros dos de Nuka.

Siiiii, de Nuka, porque la pequeñaja como fémina que es, tiene la regla como cualquier hija de vecina que se precie. Para evitar males mayores, le compramos los suyos, le ponemos su salvaslip, y allí va ella, tan princesa macarra como siempre. Eso si, se lo quitamos para salir a la calle, porque por peluda que sea, tiene su dignidad y su corazoncito.

Pues eso, que cuarenta y cuatro tangas adornaban nuestro tendal y aunque parezca mentira, debo decir que necesitamos comprar más, que vamos un poco justas en las rotaciones. Además, yo soy amante de la ropa interior negra y ya se sabe: el negro tiene muy mala vejez.

Es que en ésta casa somos tan limpísimas, que más no se puede. Tanto es así, que vamos a tener que comprar otra lavadora porque la de ahora, ya no puede más, está a punto de dejarnos tiradas. A ser posible, la compraremos de mayor capacidad, que ésta se nos ha quedado pequeña.

Lo sé, lo sé, pocos culos pa' tanto tanga, pero que quereis que os diga, por pocos que sean, son culos sibaritas.

Además estoy pensando que con éste ritmo nuestro, la casa pronto se nos quedará pequeña también, por lo que se hará necesaria la compra de otra vivienda que en lugar de dos habitaciones, tenga tres: una para nosotras, otra para montar un tendal a medida que recorra todas la paredes y la última habitación para guardar toooooodo el tanguerío.

Si eso no bastara de aquí a tres años, creo que se haría necesaria la compra de una casa o chalet, que tenga una buena finca. De esa forma, podríamos instalar un tangario, que no es otra cosa que un invernadero enorme cuyo único propósito sea el de contener todas nuestras colecciones tangueriles otoño/invierno, primavera/verano.

Y si eso llegara a ser insuficiente, siempre nos quedará el desierto o en un caso extremo, tendremos que comprar un agujero negro del espacio, seguro que con eso logramos el anhelado y siempre bien ponderado "fondo de armario".

jueves, 15 de abril de 2010


Qué pasa, qué pasa, qué pasaaaaa???

Hace un par de días, Mari y yo fuimos a tomar el café de antes de irnos a currar. En la cafetería se encontró con un compañero/conocido/amigo o lo que sea. Ellos hablaban y yo asentía por momentos o simplemente sonreía. Me daba perfectamente cuenta de las miradas que me lanzaba el hombre, pero también me obstinaba en fijar las mías sobre Mari. En situaciones así, lo que realmente me apetecería, sería levantarme y darle a Mari un morreo de escándalo, pero claro... no se puede.

Ayer, estando en el curro, la cosa estaba tranquila en exceso. Cuando eso ocurre, los corrillos son inevitables, o hablas con algún ser humano o mutas a una variedad de hongo alucinógeno.

Pues eso, que estábamos de cháchara seis compañeros y de pronto siento una voz muy cerca de mi.

- Vamos a ver "santina", ¿estos calcetines van tallados?

Por qué la gente puede llegar a ser tan inapropiada a la hora de hablar?? Cómo que santina??

De qué me conoces para saber si soy una santa o una cabrona??

Porque pinta virginal, no tengo. Debo suponer que a él, le parecí un pedazo de pan con patas.

Si hubiera una libertad de expresión real, le habría contestado sin tapujos de la misma forma en que él me abordó. Con lo primero que me sugirió el impacto visual:

- Pues no, cromañón, van sin talla.

Pero eso es un imposible para mi, por lo que sólo puedo utilizar la intención de mi mirada. Más de veinte años en éste trabajo, te dan una técnica muy depurada. Conseguí incomodarlo a medias, cuando se es cavernícola desde la cuna, lo bruto y tosco no se te quita por ver unas cejas como navajas y unos ojos de pistola.

Entre preguntas y respuestas, logró colarme dos invitaciones a cenar. Con la tercera y ya a modo de despedida, simplemente le dije un rotundo y categórico NO.

Pero de qué vais???... por qué tengo que aguantar a semejantes esperpentos???

Creeis que porque estoy encerrada entre esas cuatro paredes soy una presa fácil y no tengo escapatoria???...GILIPOLLAS!!!!... que hartita me teneis!!!!

Menos mal que éstos últimos días no me siento yo especialmente favorecida, porque si no, el mundo machoman enloquecería a mi paso.

martes, 13 de abril de 2010

Conociendo a un fantasma


Hoy me siento un poco triste.

Ayer, antes de irnos a trabajar, Mari y yo fuimos a tomar el café. Es rutina, lo mismo que echarle un vistazo al periódico mientras lo tomamos. Mientras ella pasa las páginas, yo le echo un vistazo a los titulares que pueden llamar mi atención. Uno de ellos, explicaba que había desaparecido un hombre mientras pescaba y su búsqueda no estaba dando resultados.

Cuando llegué al trabajo, mis compañeros estaban muy dispersos y taciturnos. Me dijeron que el pescador desaparecido, era la pareja de Amparo, una de las compañeras más dulces y querida de nuestra planta.

Me quedé de piedra, más que nada, porque el sábado me lo presentó y se le veía un tipo alegre, educado y feliz consigo mismo. Sus ojos eran brillantes, especialmente cuando los posaba sobre Amparín. La típica pareja que se descubre tarde en el tiempo, pero se descubre y lo disfrutaban con la emoción de un par de quinceañeros y la sabiduría de ser cincuentones.

Dicen que Amparín está como loca, que tardará mucho en superar esto, si es que llega a superarlo. Que creen que tardará en volver a incorporarse.

Y yo sólo puedo recordar que el mismo sábado me estaba diciendo lo feliz que era al lado de "su chico", como ella lo llamaba. Que había tenido muchísima suerte. Que ese sábado, ella tenía una cena con su peña, pero que iba a hablar con ellos, para decirles que si querían que ella asistiera a esas cenas, deberían hacerlas de viernes, porque ahora los sábados, los quería pasar con él, que disfrutaban mucho los dos de su mutua compañía, de sus vinitos, sus charlas y sus planes de futuro.

Si Amparo no hubiera tenido esa cena, su chico no habría ido a pescar. Seguro que ese conocimiento la está machacando viva.

Que triste es todo. Hoy estás y en unas horas dejas de estar. Tu mundo se desmorona.

Y yo no puedo quitarme de la cabeza, la imagen de ambos el sábado, abrazados y paseando tranquilamente. La última persona que lo vio fue Amparo. La penúltima, fui yo.

Y su cuerpo, no aparece.

viernes, 9 de abril de 2010

Héroes y villanos


Ese de la foto, fue el muñeco de mi infancia: Topo Gigio.

Ni muñecas, ni cacharritos, ni vestiditos, ni nada de nada. Topo Gigio tenía todo el amor que mi diminuto corazón podía brindarle. Lo veía en la tele enviándome el besito de buenas noches y ya en mi cama, me dormía abrazada a él.

Mi Topo Gigio llevaba pantalones azules y una camiseta de rayas horizontales rojas y blancas, dónde yo iba, iba él... excepto cuando venía mi tío Ramón a comer a casa.

Mi tío siempre fue bromista, en realidad, yo lo adoraba pero dejaba de adorarlo cuando le ponía las manos encima a mi amigo del alma.

Yo no sé muy bien la edad que tendría por aquel entonces, echando cuentas y atando cabos, debía de tener tres años.

Tengo grabada aquella comida. Toooooda la familia sentada a la mesa y Topo Gigio incluído. No sé cómo pudo pasar, pero en un momento determinado, vi que Topo no estaba conmigo y cuando levanté la mirada, estaba en poder de mi tío. El lo tenía levantado a la vista de todos y para mi horror, vi como le bajaba los pantalones y lo dejaba con el culito al aire. Creí morir de la impresión, me bajé de la silla como una centella y se lo arrebaté de las manos. Se me ocurrió ir a esconderlo. Lejos de las zarpas de mi tío y de las risas de toda la familia. Lo dejé instalado debajo de mi cama y volví a la mesa llena de rencor.

La comida prosiguió. Ví como mi hermano desaparecía brevemente y cuando reapareció, me sentí traicionada y aterrorizada. Llevaba a Topo Gigio en sus manos y se lo entregó a mi tío. Todos se reían de mi congestión y nuevamente volvió a bajarle los pantalones.

No entendía dónde estaba la gracia. Topo Gigio era mi amigo más querido, no era un simple muñeco. Su humillación, era la mía. Por qué lo trataban de aquella manera?? Sabía que no podía contra mi tío, no podía contra nadie. Me quedé hundida en mi silla, sin decir ni una palabra. Lo único que salió de mi, fue un lagrimón enorme, brillante y lleno de pena que fue a estrellarse sobre mi mano y llegó velozmente a mi rodilla. Ya no quería mirar más, mi vista estaba fija en mis zapatos.

Sonó la voz de mi padre y otro lagrimón silencioso resbaló por mi mejilla.

- Se acabó, dale inmediatamente el muñeco a tu hermana.

Abracé a Topo Gigio con toda mi alma, sintiéndome culpable por no haber sabido defenderlo cómo se merecía. Cuando miré a mi padre, juro que le vi un destello en el ojo, él sabía lo que yo había sufrido y sentí su abrazo a través de la mesa. Cuando me acerqué a mi héroe, me estampó un beso de trompetilla en el remolino, de esos que a mi me encantaban porque me hacían cosquillitas.

El mundo volvía a ser bueno, algún día yo crecería como mi padre y nadie podría volver a abusar de lo que yo más quería.

jueves, 8 de abril de 2010

Los ojos de Mummy


Hoy al salir del trabajo, me fui con Mummy a comer a McDonald's.

Lo cierto es que me encantan las hamburguesas y evidentemente, a mi madre también. No sé a cuál de las dos nos brillan más los ojos por la eminente emoción de ingerir un poco de comida basura.

Pues eso, que allí estábamos las dos hablando de nuestras cosas. Bueno, más bien hablaba ella y yo me dedicaba a escucharla participando de vez en cuando con algún monosílabo o pregunta corta. También me reía, porque mi madre, siempre me hace reir de una forma u otra.

El caso es que mientras ella me hablaba, yo la observaba por dentro y por fuera. Sigue siendo una mujer muy bonita.

Cualquiera que me oiga decir ésto, pensará que es pasión de hija, pero no. Mi madre fue y es una mujer guapísima. El tiempo ha sido benévolo con ella, la quiere como la idolatro yo. Y aunque su piel empieza a marcarse por irremediables arrugas, sus ojos siguen siendo el faro de mi vida. Tiene una mirada dulce, como su voz. Ahora también tienen un pequeño velo de tristeza que nunca se le quitó desde la muerte de mi padre. Sus ojos siguen mirándome con un amor y una dulzura que me hacen sentir que no vine a éste mundo en balde, que sólo por ver y sentir su mirada sobre mí ya hay justificación de sobra.

Bueno, la genética obró su milagro en mi. Tengo los mismos ojos que mi madre, el mismo verde, la misma forma y distinto mirar.

Estos ojos míos, me han traído alguna que otra incomodidad porque dan pie a acercamientos no deseados, son el pretexto perfecto para que me aborde cualquier imbécil. He escuchado todo tipo de halagos hacia ellos y no recuerdo ninguno de ellos.

En realidad, sólo recuerdo uno y no fui capaz de responder nada coherente porque me quedé de piedra al asimilarlo. Me lo dijo un cliente, ya se había alejado un par de metros y volvió nuevamente hacia mi para decirme si podía hacerme una pregunta. Cuando yo asentí con la cabeza, escuché estupefacta su pregunta:

- A usted le tallaron los ojos a mano, ¿verdad?

- A mi no, pero a mi madre si, mis ojos son de ella.

Y eso es lo que me queda y me quedará para siempre: poderme mirar en un espejo y ver a mi madre a través de mis ojos, porque son los suyos.

miércoles, 7 de abril de 2010

Orgullo


Tengo una lucha interna. No es una lucha furiosa, más bien es tesonera.

Quiero volver a mis orígenes, quiero volver a ver el mundo como cuando era niña. Cuando yo decidía lo que era bueno y lo que era malo con una claridad meridiana. Sin la influencia de los mayores, sin seguir al rebaño aborregado.

Mi adoradísimo padre, perdía la paciencia conmigo porque me decía que vivía en un mundo de ilusión, que tenía que madurar y olvidara las utopías, porque de lo contrario, sufriría.

Me niego a ir con la corriente. No me gusta y no estoy de acuerdo. Soy rara en todos los aspectos y me gusta mi rareza.

He vivido la mayor parte de mi vida dentro de la comodidad heterosexual. Conozco las dos orillas.

Como heterosexual, puedo decir que la vida resulta infinitamente más cómoda pero... le faltaba vidilla.

Como lesbiana, puedo decir que es más complicado y frustrante, porque no soporto el hecho de no poder ir de la mano de mi pareja, ir abrazadas cuando nos de la gana o darnos un beso de escándalo cuando no los pida el cuerpo.

La diferencia aplastante, está en el hecho de que viví mi heterosexualidad sin pena, ni gloria. Sin embargo, desde el mismo día que asumí mi lesbianismo, me sentí grande, importante y ante todo, orgullosa. Es un orgullo que no se me va ni con los lavados, que le da brillo a mi mirada y que me hace sentir especial. Cuando miro al mundo, lo miro en la distancia, sintiéndome francamente bien conmigo misma e incluso podría apostar lo que fuera, a que tengo una vida más plena que la mayoría de la gente que me rodea.

Adoro ser mujer y rodearme de mujeres.

Definitivamente, a quien no le guste, que mire para otro lado.

jueves, 1 de abril de 2010

De móviles y melodías


Ahora que acabamos de estar cenando con Marcelilla y que nos hemos estado contando nuestras últimas peripecias, entre risas y carcajadas, me vino un fogonazo de mi última aventurilla. No tiene nada de especial, pero sirvió para que Latumari, Marcela y yo, nos riéramos a mi costa, por supuesto.

La cuestión es que voy a trabajar en tren. Ayer, los de Renfe no tenían nada mejor que hacer y decidieron ponerse en huelga, en teoría con servicios mínimos. Se supone que mi tren tenía que haber pasado sin problemas a las dos menos diez, pero noooooo... decidieron que era mejor dejarme tirada una hora en el andén porque le daba prestancia, a la par que elegancia a dicho apeadero.

Menos mal que soy una mujer equipada al 100%. Allí estaba yo, muerta de frío y dignamente sentada. Mis dudas mentales: "qué hago??... leo mi libro, escucho música o juego unas partiditas de Cradle of Rome con mi querida Nintendo??"

Pesó mas la idea de la consola y allí estaba yo, moqueando de frío, ganando partidas y mirando de vez en cuando a la gente que iba llegando.

En un momento determinado, vi aparecer a una chica. Se sentó frente a mi y yo volví a centrarme en mi partida. Curiosamente, mi fino oído de Apachete, comenzó a detectar una lejanísima melodía que me resultaba tremendamente familiar, las plumas de mi penacho vibraban con vida propia. Mi ceja derecha se enarcó traviesamente, porque aquella melodía que iba subiendo en intensidad, no era otra que la banda sonora de mi adorada serie The L Word, y que yo misma llevo en mi móvil como tono de llamada. Vi que la chica sacaba el móvil con parsimonia y lo miraba obstinadamente.

"Ajajá!!!!!... pilluelaaaaaa!!!... eres bollooooooo!!!", pensé yo con socarronería pa' contra mi y poniendo esa sonrisa de medio lado, ligeramente jactanciosa, como de amigas y cómplices.

La chica, finalmente se decidió a contestar. Para sorpresa mía, la música seguía sonando y me quedé confusa. Mi sonrisilla prepotente desapareció. De golpe y porrazo mis labios adoptaron más bien la forma de un culo de pollo.

"¡¡¡¡Coñoooooo!!!!... si es el míoooooooo", grité pa' contra mi.

Y así era. Latumari me estaba llamando y yo perdí todo mi glamour en la velocidad por sacar el móvil. Toda aquella repentina complicidad con la desconocida, pasó a mejor vida y a cambio empecé a mirarla con ojos de "Tú quién eres, impostora. Es igual, no me importa".

A cambio, afloró a mi cara una sonrisa de lo más mongui, porque señoras mías: Toy muyyyy enamorá!!!