miércoles, 8 de diciembre de 2010

Conociendo a la guapa Doña Inés


Pues conocimos a la Inés de Marcela.

Y todo fue estupendo, porque Inés es encantadora, de cabellera rubia, casi tan alta como Marcela y curvilínea.

No puede ser tranquilizador llegar a un lugar dónde no conoces a nadie, sabiendo que vas a ser analizada por los cuatro costados, costuras incluídas.

Pero ahí estaba Inés, tranquilita, con la risa a flor de piel. Aguantando como una campeona y adaptándose a todas las circunstancias. Y todo lo llenamos con risas, con intercambios culturales, con aventurillas y con comida. Montañas de comida!!

No ha sido nada difícil aceptar a Inés, en realidad, no tuvimos que aceptarla. Ella solita se coló y encontró su propio sitio, como si hubiera estado con nosotras desde el principio.

Ayer nos despedimos de ella. Y ya sentí un puntito de pena porque no me apetecía nada, nadita, nada, que se fuera. Que la buena gente me encanta, sobre todo, si es capaz de apreciar una increíble crema de orujo junto a mi.

Y que pareja más guapa hacen Inés y mi cuñá. Que a Marcela ya la conocemos y sabemos cómo respira, pero Inés no se queda corta, porque no hubo un sólo minuto en el que no le prodigara atenciones y cariño a mi cuñá.

Hay gente suavecita, confortable y que te da muy buen rollo. Así es Inés. Por algo Latumari y yo le dedicamos algunas canciones de nuestro repertorio más íntimo, para que no le sea fácil olvidarnos.

Todavía tengo grabadas todas las risas que nos echamos las cuatro, que fueron muchas y continuas.

Esperamos volver a verte Inés, ojalá y no tardemos en coincidir las cuatro, que nos han quedado pendientes muchas más risas y muchas más conversaciones.

Mientras tanto, me quedo con vuestras miradas de complicidad y entendimiento.

Besazos, chicas...


P.D: sólo vosotras entendereis ésta foto, cierto??... jajaja

domingo, 5 de diciembre de 2010

Aquellas noches locas....


Estoy recordando cuando entre Latumari y yo no había nada, excepto una química brutal que se podía mascar en el ambiente.

Las dos eramos y somos de chulería fina, con humor irónico y malicioso. Dignas, digníiiiiisimas.

Y claro, tuvimos un cortejo complicado. A mi, las plumas ya no me daban pa más, oye!!... y mira que las tengo hermosas y deslumbrantes. Por aquellos tiempos, comprendí el valor de un globo cuando se hincha y lo envidié porque si yo intentaba hincharme un poco más, reventaría como una castaña pilonga. Los gorgoritos me hacían sufrir menos, pero allí estaba yo, dándolo todo, aleteando de vez en cuando, alrededor de ella en pequeños círculos.

Muchas veces intuía que le gustaba. Cómo otras tantas lo intuía ella, pero como eramos taaaaaaan dignas... pues podía ser una certeza o no.

Y así andábamos. Llegaba yo al tugurio de moda donde parábamos y empezaba a saludar a la peña. Inmediatamente sabía si Latumari estaba, sin necesidad de verla. Y es que mis periféricos se ponían en modo de alerta, las plumillas de mi nuca se erizaban, era entonces cuando al levantar la vista, me encontraba con aquellos ojazos en la distancia. Siempre, siempre, siempre, las rodillas se me hacían gelatina durante esos segundos.

Y todo se fue cocinando a base de pequeñísimos detalles. Ella me decía alguna cosa al oído ( porque claro, el ruido era tremendo), yo sentía su aliento en la oreja y el cuello y no sé por qué, pero inevitablemente tenía que ponerle una mano en la cintura para escucharla mejor ( no sé si dije que el ruido era tremendo). Lo estupendo era que Latumari usaba y usa unos jerseys o camistas que le llegan justito para tapar el ombligo, pero si hace cualquier movimiento, siempre hay un resquicio de un centímetro de piel que queda al aire y como nooooooo!!!... allí justamente aterrizaba mi mano. Siempre había un dedito mío que irremediablemente hacía contacto con su piel. Un momento, que tengo que tragar gordo.....

Ya estoy.

Ya no sabía que hacer para que le quedara claro a la criatura que me tenía loca. Con aquellos vaqueritos tan ceñidos y aquellas camisetas, con aquellos andares y bailares, con aquellas caídas de pestaña que me daban aire lo mismo que me lo quitaban. El culo de Latumari, ya ni lo menciono porque casi es sacrilegio. Menos mal que la primerísima vez que la vi, me quedé flipada con su cara y no me enteré de que aquella cabeza iba sobre un cuerpo... el cuerpo lo vi tiempo más tarde y tuve que apoyarme contra una columna pa no desplomarme. Y digo que menos mal que fue así, porque entonces cabría la posibilidad de que sólo la adorara por su cuerpecillo.

Una noche de aquellas, Latumari estaba bailando, como siempre. Tan absorta, que no se dio cuenta de que le aplicaron la técnica del sandwich. Fue flanqueada por una chica que era paraca y flanqueada por detrás por un amigo de la paraca y que también era soldadito. Latumari cuando se vio como una loncha de jamón, se deshizo amablemente del soldadito y accedió a bailar con la paraca.... AMOSHOMBREEEEEE... LO QUE ME FALTABA!!!... me grité pa contra mi.

Me acerqué con calma hacia la paraca, le di tres toques contundentes en el hombro y cuando me miro le dije: Esta... me gusta a mi. Le hice un gesto con la cabeza que significaba pistaaaaaa... y se fue volando, oye!!

Entonces enganché a Latumari por la cintura, la pegué tanto contra mi, que no corría ni el aire. Su cara contra la mía. Yo sonriendo satisfecha y esnifando hasta el último gramo de su perfume.

Me dije: si esto no lo pilla....

Y no, no lo pilló.... del todo....

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Así me quedaba yo toda la vida...


En la gloria!!!!

Latumari y yo estuvimos de vacaciones y en cuanto pudimos, nos escapamos a un spa. Si, si, si... que eso suena muy bien y como que está de moda.

A mi en la vida me habían dado un masaje, me refiero a esos de los que te dan gustirrinín, que te dejan casi, casi babeando y buscando una compostura ligeramente decente. Hasta ahora, sólo había recibido masajes descontracturantes, con los que te quedas sin aire al ver esa cantidad infinita de estrellitas de colores. En el último que me dieron, no pude evitar cagarme en la santa madre del masajista. Menos mal que él se lo tomó con humor porque por lo visto, estaba acostumbrado a todo tipo de menciones honoríficas familiares.

Bueno, pues allí llegamos Latumari y yo, a un paisaje espectacular, Asturias 100%, más verde imposible. El hotel, un lujazo. En diez minutos, ya estábamos con nuestros albornoces y listas pa lo que viniera o viniese.

Latumari fue llevada de mi vera por un masajista y a mi me tocó La Masajista.

Cuartito con velas, calorcito y música relajante. Nos deleitaron con la Sidraterapia...ayyyy!!!... es que todavía trago gordo cada vez que lo recuerdo. Qué cosa, oye!!!... y yo me acordaba de la mi Cuñá, porque los masajinos, fueron regalo de ella. Total, que casi me quedo frita con todas aquellas caricias. Venga de p'arriba, venga de p'abajo, desde los dedos de los pies, hasta la coronilla. Y yo con el único pensamiento de: "No te babes Hasta los pelos, no te babeeees"... y también un poco de: "No sé... yo creo que a ésta chavalina le gusto un poco porque esto como que no lo veo necesario... mis tetas no están contracturadas"

Cuando terminamos la sesión, nos invitaron a una copichuela de vino de sidra que nos supo a gloria y nos fuimos alegremente a hacer el circuito de la piscina. Chorro por aquí, chorro por allá, corre, corre que te pillo, diablurillas subacuáticas... es queeeee... es imposible no hacer travesuras cuando todo el recinto es sólo pa ti y pa tu churri. En la sauna nos desquitamos más alegremente.

Y después de todo aquello, un par de infusiones sobre unas tumbonas y con un paisaje de escándalo.

Al día siguiente tocó masaje de aromaterapia y al otro uno descontracturante con rosa mosqueta y no sé que más. Ma-ra-vi-llo-sos.

Latumari y yo intercambiamos impresiones masajísitcas en la piscina el primer día y como consecuencia, el segundo día.... me robó a la masajistaaaaa!!!..."$%&!"·$%&... yo creo que le dio envidia de mi tratamiento pechonal y quería otro para ella... pero no lo recibió... juasjuasjuas... en cambio recibió un tratamiento culeril... eso me mosquea... que el culo de Latumari es una obra de ingenieria... pero claro... cada una tiene lo que tiene... si ahora que lo pienso va a resultar que nuestra masajista era un zorrón de tomo y lomo!!!!

Menos mal que el tercer día no fue ni pa ella, ni pa mi, a las dos nos tocó El masajista.

Y ya con los cuerpecillos sobeteaos, masajeaos, magreaos y relajaos, pues nos fuimos otro par de día de casa rural.

Ay!!!... suspiro, suspiro y vuelvo a suspirar. Que poquito dura lo bueno, verdad??

sábado, 6 de noviembre de 2010

Lo que se puede llegar a sentir...


Hace veintidos años que trabajo en el mismo lugar. Me niego a mencionar el nombre de mi empresa, con que diga que son unos grandes almacenes de toda la vida, rápidamente se pueden atar cabos.

Al principio me encantaba y no precisamente porque me guste estar de cara al público, pero me resultaba fascinante la cantidad de recursos que teníamos para conseguir un artículo determinado, como funcionábamos internamente y los medios con los que contábamos.

Por aquellos tiempos, nuestro trabajo consistía en colocar la mercancía que llegaba antes de abrir al público ( contra la creencia popular de que lo hacen los duendecillos verdes durante la noche). Atendíamos al público, si pagaban en efectivo o con la tarjeta nuestra, se cobraba en la caja del departamento y zanjado. Si pagaban con tarjeta bancaria, hacer una devolución o querían que se les empaquetara el artículo para regalo, los acompañabas a las famosas cajas centrales. Punto pelota.

De unos años para acá, además de ser unos vendedores muy estéticos, dignos y educados, cobramos con todo tipo de tarjetas nosotros mismos, empaquetamos para regalo, les hacemos el talón de reserva, nos colgamos del teléfono llamando a todos los centros del país para pedir lo que desean y que nosotros no tenemos en ese momento, hacemos las devoluciones, les llamamos por teléfono para decirles que se ha conseguido lo que querían, hacemos las rescisiones de mercancía que se pidió y que luego no se llevaron, hacemos los inventarios, colocamos y surtimos los departamentos, las exposiciones, atendemos las reclamaciones siendo el primer parapeto para la furia de un majadero que nos llama de todo porque no le hacemos el abono, eso si, luego viene el jefe de turno para dejarte a ti como una imbécil y quedar él como el héroe de la película, cuando lo que tú haces, es lo que se te ordena. En mi caso, llevo a más de sesenta proveedores, surto y anulo según convenga. Mandamos mercancía a otros centros, hacemos las devoluciones de los proveedores... etc, etc, etc...

Lo curioso es que la gente cree que sólo estamos allí divinamente plantados y vendiendo exclusivamente.

A todo esto, hay que sumarle que con la nueva reforma, nos han aplicado por el artículo treinta y tres, unos nuevos horarios. Con eso han logrado endosarnos jornadas partidas, cuándo y cómo ellos quieren, sin derecho a pataleo, con una hora para comer y dando palmas.

El resultado es que todo el mundo está agotado, quemado y medio deprimido. Dónde antes eramos cuarenta, ahora hay dieciocho. No se ha vuelto a contratar a una sola persona. La gente se queja porque no se le atiende o se le atiende mal... y cómo no iba a ser así??... no podemos hacer más de lo que ya hacemos y mucho menos sonreir como a primera hora de la mañana.

Ayer un jefe le lavantó la mano a un compañero mío. Intentó darle un puñetazo... todavía no doy crédito. Nuestro jefe de planta, fue testigo al igual que otra docena de personas. Cuando mi compañero le preguntó si lo había visto y si no iba a hacer nada, éste cabrón con patas que tenemos por jefe, le respondió que el otro era un superior y le debía respeto.

Mi compañero tuvo que irse para urgencias acompañado por otro. Su corazón está un poco golpeado, por lo que cuando el médico le tomó la tensión se quedó helado al ver lo elevadísima que estaba. Cuando se enteró de lo que había ocurrido, le informó que como médico, tiene la obligación de denunciarlo y que lo haría sobre la marcha.

No sé en lo que parará todo esto. Lo único que sé, es que nunca estuvimos más desamparados, esclavizados y ninguneados que ahora. No es que seamos números, es que ahora somos pedazos de carne sin derecho a nada.

Hace tiempo que me ahogo entre la rabia, la pena y la impotencia. Pero lo de ayer... ver a mi compañero, un hombre hecho y derecho de sesenta años llorando como un niño conmigo, por la indignación y la humillación... eso no me lo quita nadie de la cabeza. Asco. Asco absoluto. Y verguenza, muchísima verguenza por haber tirado veintidos años de mi vida con una empresa que hace ya muchísimo tiempo que no me representa y que dejaría con los ojos cerrados.

martes, 2 de noviembre de 2010

Nuka


Creo que nunca he escrito nada sobre Nuka.

Nuka es la yorkshire de Latumari y mía. Y confieso que me tiene loca de amor...jajajaja

Tres kilillos de felicidad peluda y graciosa. En casa es un cielo, en la calle, un demoniejo obsesionado por saludar a todo ser viviente, por poco recomendable que sea. Nos ha salido sociable la criatura, qué le vamos a hacer!!

Nuka llegó a nuestra vida porque su antecesora Kika, dejó un vacío tan insoportable que la casa se volvió inhóspita y fría. Así era imposible levantar cabeza. Latumari y yo nos pasábamos las horas enroscadas y conteniendo las ganas de llorar a cada minuto. Era una soledad tan grande...

El día que llegó Nuka, yo no pude recibirla por culpa del trabajo, lo hizo Latumari. Inmediatamente me llamó para explicarme lo que veía. Incluso me mandó unas cuántas fotos. Yo me sentía de mantequilla y desesperada por volver a casa y conocerla.

Cuando llegué, Latumari ya se había ido, pero estábamos hablando por el móvil. Ella quería "oír" mi reacción. Abrí la puerta de casa y me dirigí directamente a la cocina. Allí estaba Nuka, caminando vivarachamente hacia mi, y de lado, porque le pesaba el culete. Los ojillos brillantes como ascuas y una curiosidad exagerada que a día de hoy no la ha abandonado.

Me cabía en una mano y me enloquecía aquella pancita rechoncha y sonrosada. Creo que lo único que yo decía era " que cosita tan bonitaaaaa".

Hubo un tiempo en el que pensé que jamás llegaríamos a entendernos Nuka y yo. Era rebelde, contestona y geniuda. No admitía un no por respuesta y todavía le cuesta... pero ya cede.

Nuka no sabe que es una perrita. Ella piensa que es un bebé o por el contrario, que es un San Bernardo. No le tiene miedo a ningún perro, se acerca a todos sin distinciones, ni temores, previo saludo a sus amos.

Mi momento mágico con ella, es por las noches. Después de cenar, cuando estiro las piernas sobre la mesa y Latumari está a mi lado en idéntica postura. Nuka se sube sobre mi y yo la pongo en mis brazos como si fuera un bebé, acariciándole el pecho. Ella solo me mira, me mira y me mira. Suspira, entorna sus pestañazas, me da un par de lametazos y lucha por no quedarse dormida. Adora nuestro abracito grupal y que Latumari y yo le estampemos un beso al mismo tiempo en sus cachetitos, haciendo con ella un sandwich de mimos. Se deja querer. Se deja adorar. Es una bandida maravillosa.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Mummy


Una escapadita por los mundos virtuales para constatar que sigo viva.

Hoy, uno de noviembre, es el cumpleaños de Mummy... mi madrecita del alma querida.

Por ese motivo, nos invitó a comer a Latumari y a mi. Y yo iba como desesperada por verla, porque necesitaba ver esos maravillosos ojos, que son los míos. Porque últimamente miro alrededor y sólo veo "carencias maternales". Bien porque algunas de esas madres ya no viven en éste mundo terrenal, bien porque la salud las abandona implacablemente, bien porque de madres sólo tengan el título y poco más.

Y Mummy hablaba durante la comida, con sus gestitos, con esa dulzura que siempre la acompaña, con esa risa fácil que le brota tan espontáneamente. Yo casi no la escucho, lo que hago es grabarmela a fuego en la retina y en el corazón. Disfruto y aprovecho cada minuto a su lado y rezo... o algo parecido. Pido poder seguir viéndola durante muchos, muchos, muchos más años, con su dignidad, con su alegría, con su independencia, con su fortaleza y con su belleza.

Y es que mi madre ha sido y es una mujer guapa por los cuatro costados, por los cuatro puntos cardinales y hasta por las costuras. El tiempo la mima, la trata bien y la respeta, la deja envejecer con coquetería y elegancia.

Mis ojos, que son los suyos, la traspasan más allá de su precioso envoltorio y entonces se me doblan hasta las rodillas, porque lo que tiene por dentro es infinitamente más hermoso que lo que transmite desde afuera.

Una mujer de 71 años que ha sabido y querido amoldarse a las circunstancias, especialmente a las mías por un sólo motivo: por amor.

Por eso, cuando nos despedimos, no deja de sorprenderme y nos hace sonreir. Nos manda saludos para "las chicas", y prosigue mencionándolas a una por una: para Marcela, para Desastrín, para Yosu, para la Galle... para todas.

Que grande eres Mummy y cuánto, cuánto, cuánto te quiero.


P.D:... si, la de la foto es mi madre... os agradecería que no hicierais comentarios fuera de tono, que nos conocemos y ya hemos hablado de esto. Un respeto.... que es mi madreeeeeeee!!!... marranas!!

martes, 12 de octubre de 2010

Si no quieres taza....


Ay!!... que racha, madre del amor fermoso!!

Latumari ha pillado una estúpida gripe que la ha pulverizado hasta el límite, queriendo hacerle brotar el vértigo. Esto se cuenta rápido, pero ha sido un proceso de dos semanas, cada día más eterno que el anterior.

Y clarooooo!!!... cómo iba a dejar yo que todo el protagonismo se lo llevara ella???... no, no, nooo!!

Así, con discrección, fui poniéndome silenciosamente morada. Las dos enroscaditas en la cama.

No quería que el pánico se apoderara de mi, no quería quedarme sin aire, pero dejé de respirar. Y es queeeee... empezó a latirme una muela. Después de años, volví a tener un horrible dolor de muelas. No podía creerlo, en mayo fui con mi dentista y todo había quedado divino de la muerte.

Pues ná, que tuve que dejar el curro al día siguiente, para que mi dentista me recibiera de urgencia.

Allí estaba yo, toda digna por fuera y rabiando por dentro. Pariendo por minutos y tratando de regular mi desbocada respiración. Me avisaron que podía pasar y salí de la salita de espera tiesa como el palo de una escoba. Eso si, en cuanto vi a Silvia, mi dentista, mujer seria donde las haya e incluso apabullante, perdí toda mi dignidad y entré dando saltitos de pataleta mientras mencionba su nombre... tanto Silvia, como su ayudanta, se partieron de risa literalmente. Creo que les toqué la fibra sensible, porque claro, una menda va siempre pisando fuerte, digna e incluso chulescamente, era impensable verme dando saltitos berrinchudos. Con todo el cariño del mundo y con sólo ponerme el ojo encima, me dijo que se me había formado una bolsa de pus debajo del último empaste. Me recetó antibiótico y quedamos para la siguiente semana.

Dos días después, un sábado, amanecí con la cara de pandereta, me parecía a Popeye pero con pelo. Nos fuimos a urgencias para que me dieran un justificante y poder quedarme en casa para rumiar mi dolor y no ir a currar.

Al día siguiente empezaron a irritarse mis partes sensibles. Menos mal que Latumari y yo, lo tomamos a risa, pero era pa llorar y no parar.

Ya se lo dije a Latumari: no hay ni un sólo resquicio que ya no conozca de mi. Ella y sólo ella, ha llegado dónde nunca nadie soñó siquiera. No hay postura por poco decorosa que sea, que yo no haya lucido ante ella. Cada milímetro de mi anatomía ha sido visitado por su mirada experta.

Es más, puedo asumir mi papel de Apachete, penacho parapetado en el cogote, cuchillo entre los dientes, repto como una anguila, aguzando mis sentidos mientras me cuelo en la habitación. Incluso me chupo el dedo pa ver la dirección del viento y que éste me ayude a pasar desapercibida... trepo por el armario, observo el cuerpecillo de Latumari arropado en la cama y mis tendones se ponen como cuerdas de violín ante el salto previo que voy a dar. Allá voyyyyyy!!!... grito de guerra... caos total... de la que salto hago la equis... es decir brazos en alto, piernas estiradas... al gritar se me cae el cuchillo que llevo entre los dientes, el penacho se me escurre y queda ladeao, el tapa-ratos se desparigüela y Latumari ya usó su memoria fotográfica hacia mis partes.

Joups!!... nada intimidante, la verdad. Me diagnostica que tengo las zonas nobles al pilpil y me espatarra analíticamente sobre la cama.

Habla con Silvia y le ordena que deje de tomar el antibiótico inmediatamente. Así lo hago, pero el proceso lleva su tiempo. Mi flora intestinal ha sido exterminada, mi culete ha quedado como boca de payaso, y no sonriente precisamente. Que me ponga un óvulo. A estas alturas, yo siento casi, casi, furor uterino. Cualquier esquina me resulta sugerente, hasta el pico de la plancha.... por las barbillas de Neptunooooo.... como puede arder tantoooooo????

Bué... después de cuatro días sin meterme medicamentos y con las partes casi recuperadas al cien por cien... ayer empezó a brotarme una pequeña erupción. Empezó por los muslos, de las rodillas a las ingles... cuando llegué al curro, ya había ascendido por mis escote y comenzaba a subir por el cuello. El matasanos/matamalos de la empresa, me dio un antiestamínico... llevo tres pastillitas de ayer a hoy y esto no para.

Hoy voy de Ronchawoman Escarlata. Las piernas, el estómago, el pecho, los brazos, la espalda, el culete... todo está invadido. Doy grima. La pequeñísimas ronchas se van aliando y hay zonas dónde ya son una sóla y enorme mancha roja intensa. Me he convertido en una tránsfuga, ahora voy por la vida de Piel Roja.

Mañana tengo dentista y cita con mi médico... alguien puede salvarme???... es que ya estoy agotadita y a partir de pasado mañana empiezo jornadas ampliadas en el curro, mañanas, tardes y casi, casi noches.

Socorritooooo!!... Auxilitoooo!!... qué será de mi??... ainss!!... menos mal que la Latumari nos cuida a las dos.